1. Relee
eso que vas a enviar antes de pulsar "Enviar".
Esta práctica tan sencilla que normalmente sólo
nos quitará unos segundos de nuestro tiempo nos puede traer varios beneficios:
desde corregir faltas ortográficas o gramaticales hasta, simplemente, darnos
cuenta de que eso que hemos escrito no suena como lo que en realidad queríamos
decir. En algunos casos, también para rebajar el nivel de furia u hostilidad de
un correo electrónico revanchista. Siempre es mejor aplacar los ánimos.
2. Activa
la opción de deshacer el envío en Gmail.
¿Nunca te ha pasado? Redactas un mail, crees que
todo está bien y listo para enviar, y haces click sin recordar el consejo nº1.
Y de repente, "¡horror, horror, horror!". Principalmente se dan aquí
unos pocos casos: que hayas olvidado adjuntar un archivo (pasable), que hayas
dicho algo que en realidad no debías (mal), que hayas adjuntado un archivo que
en realidad no era ese (de 'pasable' a 'terrible' según el archivo), o que
directamente se lo envíes a la persona equivocada (igualmente, de 'pasable' a
'destrucción' según el contenido del mail). Así que ve a Configuración → Labs →
Deshacer envío para tener unos segundos durante los que poder deshacer el
desastre.
3. Sé
menos multitarea y más monotarea. Al menos
durante un intervalo del día. Esto aplica al nivel de procesos simultáneos que
tratas de tener controlados en tu mente, pero también al número de
distracciones potenciales, incluso si son parte del propio trabajo. En mi caso
personal, después de tiempo trabajando con dos pantallas y varias aplicaciones
abiertas a lo largo de ellas, decidí prescindir de una de ellas y centrarme en
una sola, ejecutando el menor número de aplicaciones simultáneas posible. Pasé
a crear varios escritorios y agruparlas en ellos o directamente dejar una sola
aplicación para cada uno. Así es más fácil centrarnos en acabar de escribir lo
que tenemos pendiente, organizar una base de datos o responder un mail sin que
nos interrumpa un nuevo tweet, un correo electrónico recibido o una alerta de
Trello, por ejemplo.
4. Detén
tu trabajo de forma periódica y controlada.
Tener en mente el tiempo que falta para que
finalice nuestra jornada hace que nos enfoquemos mejor y tengamos un mayor
control de cómo repartirnos el tiempo restante. Lo mismo ocurre con
microjornadas diarias. Tomar breves descansos entre intervalos de trabajo nos
ayuda a despejar nuestra cabeza, desentumecer nuestro cuerpo y ser más
conscientes del transcurso del tiempo. Una de las prácticas más habituales en
este sentido es el método Pomodoro. Podemos adaptarnos a él incluso con algunas
extensiones
para usar Pomodoro desde Chrome.
5. Antes
de marcharte de tu trabajo, elabora una checklist con las tareas para el día
siguiente. No
al llegar a casa. Haciéndolo metódicamente, es una forma de darle a nuestra
cabeza el convencimiento de que nuestro trabajo terminó por hoy, sentir que
dejamos los deberes hechos, y comenzar el día posterior teniendo claro qué
debemos resolver.
6. Desactiva
las notificaciones push de tu correo electrónico.
Al fin y al cabo, es una fuente de interrupciones
que nos sentimos obligados a responder casi de inmediato. En algunos casos,
además, supone un goteo casi constante de nuevas notificaciones. Mucho mejor
tener notificaciones cada cierto tiempo, 30 minutos por ejemplo. Si eres capaz
de tomártelo con un poco más de calma, tirando directamente de actualización
manual.
7. Bebe
mucha agua. Es
simple: con un cuerpo deshidratado, baja la energía. Mi botella de dos litros
siempre está a la derecha en mi mesa de trabajo.
8. Anota
lo que debes hacer, pero también lo que debes evitar hacer.
Steve Jobs decía que lo que modeló a Apple no fueron tanto los proyectos
llevados a cabo, sino todo lo que se negó a hacer, desde productos hasta
prácticas. Sé consciente de lo que debes evitar para ser más productivo y a la
vez feliz en tu trabajo y en tu día a día: ¿deberías dejar de lado ir sin
desayunar al trabajo? ¿atender a los mensajes de WhatsApp que te llegan durante
la jornada? ¿salir a fumar compulsivamente? ¿acostarte tarde viendo series y
dormir menos horas de las que necesitas? (Sobre esto último, consultar cuántas horas
debemos dormir realmente).
9. Deja
que la tecnología te ayude. Si el
consejo nº8 te es complicado de cumplir, las prácticas a evitar relacionadas
con lo que haces con tu ordenador pueden tener un aliado en tu propio navegador.
Y es que hay varias extensiones
de Chrome para mejorar tu productividad: desde bloquear ciertas webs en
franjas horarias, hasta mostrarte estadísticamente cuánto trabajaste y cuánto
no realmente.
10. Sé
ordenado. No, en serio. Tener
una mesa de trabajo despejada, un escritorio impoluto y un explorador de
archivos organizado hace que te sientas mejor, con el trabajo básico hecho, y
quieras mantener ese orden. Una especie de desviación de la teoría
de las ventanas rotas. Si quieres ir un poco más allá, es bueno incluso
hacerse la cama a diario, precisamente por esa satisfacción que deja el deber
cumplido, más valiosa aún si se trata de la primera tarea del día.
Fuente: http://alt1040.com/2014/06/consejos-para-ser-productivo
Fuente: http://alt1040.com/2014/06/consejos-para-ser-productivo
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