Sabemos que durante el día el Sol nos ilumina y por
la noche no, que en verano hace calor y en invierno hace frío. Estos fenómenos
se producen porque la Tierra se mueve de dos formas: una sobre sí misma, es
decir, sobre un eje imaginario que pasa por su centro en cuyos extremos se
encuentran los polos, originando así un movimiento que se llama de rotación.
Hay otro movimiento llamado de traslación, en éste
la Tierra gira alrededor del Sol.
El movimiento de rotación se produce de izquierda a
derecha y tarda 23 horas, 56 minutos y 4 segundos aproximadamente en hacer un
giro completo.
Consecuencia de este movimiento son los días y las
noches, ya que en la parte de la Tierra que queda iluminada por los rayos del
Sol, es de día, y en la que queda a la sombra es de noche.
Al mismo tiempo que la Tierra gira sobre sí misma,
hace un viaje alrededor del Sol que ya conocemos con el nombre de movimiento de
traslación; para hacerlo tarda 365 días, 6 horas y 9 minutos, es decir, un año.
Las horas que quedan sueltas suman un día más, por
eso cada cuatro años, es de 366 días y es conocido como año bisiesto.
La inclinación del eje
terrestre se mantiene durante el movimiento de traslación y esto hace que los
rayos solares lleguen a la Tierra más inclinados en unas épocas que en otras.
La iluminación y el calentamiento del planeta
durante el día y la noche varían.
En el día los rayos del Sol inciden en forma
variable sobre la superficie de la Tierra.
En la mañana y en la tarde, los rayos solares caen
en forma oblicua y menos intensos, es por eso que hay poco calor. Al mediodía,
los rayos caen verticalmente y con mayor intensidad, produciendo más calor y
mayor iluminación.
Durante la noche, la luna refleja los rayos del Sol,
dando poca iluminación y menos calor a la superficie.
En los polos debido a la inclinación del eje
terrestre, la situación cambia, pues mientras un polo está seis meses en
oscuridad, el otro permanece iluminado.
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